El único tratamiento eficaz de la cirrosis es el trasplante de hígado, que solamente se indica en casos seleccionados.
Mientras el paciente espera para un trasplante, el tratamiento se realiza con el fin de controlar los síntomas y complicaciones. Ejemplos: para la ascitis y los edemas, pueden utilizarse diuréticos como espironolactona y furosemida. Para las varices del esófago, el tratamiento se realiza a través de endoscopia digestiva. Laxantes, como la lactulosa, ayudan a controlar la encefalopatía hepática.
Es importante que el paciente evite el consumo de alcohol y otros medicamentos nefrotóxicos.
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